Febrero, un mes distinto
Rafael Mies Ph.D. Profesor titular Cátedra de Capital Humano Embotelladora Andina ESE-Universidad de Los Andes
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Rafael Mies
Para muchos chilenos, principalmente capitalinos, la oficina es un lugar duro para vivir, donde la ley suele ser la supervivencia del más apto y la convivencia diaria se tiñe de victorias de algunos y las derrotas de otros.
Esto es así, en casi casi todas partes y en casi todo el año. Sin embargo, existe un mes, febrero, que curiosamente también para muchos se convierte en un oasis de clima laboral y productividad.
Hoy quisiera referirme a este mes tan especial, donde la frase “a la vuelta de vacaciones” se transforma en un comodín para evitar toda urgencia, no apurar ningún resultado o posponer cualquier tipo de decisiones importantes. Incluso el mundo judicial está de vacaciones, dándole un respiro a los futuros formalizados, imputados, demandados, etc.
En febrero pasan cosas diferentes que consumen el tiempo laboral bajo premisas distintas de la histeria y el agobio.
Los cafés se hacen más largos, las prendas de vestir se relajan, las sonrisas aparecen y los mails pueden esperar.
En febrero ir a almorzar fuera de la oficina no es pecado, llegar de regreso un poco más tarde tampoco y hasta salir a un “happy hour” con los que se mantienen en “el frente de batalla” mientras otros descansan, parece ser un justo panorama para una generosa tarde estival que regala luz hasta entrada la noche.
Si bien el ritmo y estilo de trabajo más pausado de febrero parece ser impensable para el resto del año (el tiempo es el recurso escaso por excelencia durante el año y difícilmente se puede encontrar un directivo con responsabilidades significativas que no se queje de que le falta tiempo) con toda seguridad, tampoco parece ser muy sostenible un clima de estrés y sensación de que nunca alcanza el tiempo para una buena convivencia.
El desafío entonces es cómo salir de la bipolaridad entre febrero y los otros meses del año o, cómo ser eficientes y dejar espacios para una mejor convivencia.
Curiosamente, si atendemos a la productividad de lo que hacemos descubriremos que muchas veces dedicamos una enorme cantidad de tiempo a actividades que no son ni de eficacia laboral ni promotores de buen clima. Cambiar estos tiempos muertos por espacio de mejor calidad con otros puede ser una buena manera de partir en marzo. En concreto, si deja de resolver problemas que no son suyos, si deja de contestar mails que no son relevantes y los borra, si aprende a delegar más en otros (como lo hace en febrero) verá, que al igual que en febrero, una enorme cantidad de tiempo puede ser liberada para poner mayor foco y atención en las personas que lo rodean, que es por lejos lo que más contribuye a un buen clima laboral y a esa sensación tan especial que nos deja febrero.